Tiempo, Hospitalidad y Ecuaristía: El camino a Emaús
Por Daniel P Horan. OFM
Publicado originalmente Mayo 4, 2014

El Evangelio de la semana pasada presenta el llamado Tomás “incrédulo”, uno de los doces apóstoles también llamado “Dídimo”, trata de llamar la atención sobre la lucha individual de la creencia experimentada por un discípulo. Muchos, con buena razón aprovechan la oportunidad para reflexionar sobre como luchan con su propia creencia en Cristo Resucitado, en las escrituras, en el testimonio de los otros discípulos. Sin embargo, una de las cosas que a menudo se pasa por alto es la dinámica del juego cuando Tomás cree. Las buenas noticias, el Evangelio, aquí es que Jesús enfrenta a Tomás en su incredulidad, siempre presenta después de la resurrección. ¿Pero cómo y dónde esta presente? ¿Alguna vez lo has notado?

Jesús no solamente se le aparece a Tomás por el bien de él, solo como se le ofreciera al individuo un tratamiento especial. Más bien, Jesús se le aparece a Tomás nuevamente una semana más tarde en medio de la comunida reunida. La comunidad. La comunidad traumatizada por la ejecución de Jesuscristo, una comunidad también confusa e insierta de lo que va venir. Tomás llega a creer cuando se unió al resto de la comunidad de fe., en communión con aquellos a pesar de sus dudas y miedos y luchas y debilidades (no olvidemos “Pedro negando” esta tanto allí como “Tomás dudando”) ellos fueron llamados para hacer a recordar quien es realmente Jesús y lo que Dios le ha revelado a ellos.

La ubicación de la creencia, de donde Cristo hace presente después de la resurrección se ve en el Evangelio de la semana pasada, y el Evangelio de esta semana comienza a reverlar más a nosotros sobre lo que significa encontrar al Señor Resucitado después de la vida, muerte, y resurrección. Aquí yo quiero reflexionar solamente sobre tres de los muchos temas que sale en el pasaje del Evangelio por su inmenso poder: Tiempo, Hospitalidad y Eucaristía.

Tiempo

Uno de los más importante tema acerca del pasaje del Evangelio de Lucas de esta semana es el tiempo en cual la narración se establece. Este es le día de la Resurección , la cual ha sido reportada esta mañana y los dos discípulos viajando fuera del pueblo todavía están pensando en el significado y la credibilidad de los sucesos que se les reportaron a ellos, primero por las mujeres-los primeros testigos de la resurrección y luego algunos de los doces.
Este es el tiempo de confusión, incertidumbre, inseperada, duda. Es un tiempo liminar colocado entre la experiencia de conocer a Jesús como uno conoce a otra persona en esta vida, y otra cosa, una nueva manera de llegar a conocer a Jesús – pero cómo?

El tiempo es nuestro tiempo asi como es el tiempo de los discípulos en aquellos primeros días. Una de las cosas que se revela en las otras dimensiones de este encuentro narrativo es que conociendo al Señor Resucitado es para los discípulos en esa tarde de la resurrección lo mismo que para nosotros hoy en día.

Nosotros compartimos este tiempo con los primeros creyentes. Es un nuevo tiempo, pero todavía no es el final de los tiempos.

Hospitalidad

Los discípulos solo llegan a reconocer al Señor Resucitado entre ellos en la hospitalidad de acoger a un extraño en medio de ellos. Hoy, talvez mas que nunca, dar la bienvenida al extranjero, dar la bienvenida al otro, dar la bienvenida al desconocido, dar le bienvenida a lo que no entendemos, darle la bienvenida aquellos a los cuales los tememos- no es fácil. Muchas barreras se colocan fácilmente entre nosotros y otros: technología, dinero, estado, ubicación social, y similares. Nos contamos historias reconfortantes sobre por qué debemos ó no deberíamos dar la bienvenida a esta ó aquella persona, prestar atención ó preocuparnos por otra persona, estar justificados ó tener derecho al miedoa pesar de otro, pero el viaje por el Camino a Emaus nos dice algo muy diferente.

Es en dar la bienvenida al extraño lo que no se podía entender entre los de la misma mentalidad se aclara en el encuentro con otro. El desconocido aún no reconocido como Cristo, es el que puede ayudar a dar sentido a las vidas de estos discípulos y dar sentido a su fe. Es encontrándose con el desconocido, escuchando, y compartiendo una comida en hospitalidad que el Señor Resucitado es encontrado después de la de la Resurección.
Como San Francisco que se encontró a Cristo al abrazar al leproso en un camino afuera de Asís, los discípulos encuentran a Cristo en la acogida del desconocido y, de igual modo, encotramos a Cristo en el otro cuando nosotros, como estos dos creyentes, abrimos nuestros corazones a la experiencia de relación con aquellos que encontramos en nuestros propias jornadas, espcialmente aquellos que no deseamos encontrar.

Eucaristía

Como Tomás la semana pasada, estos discípulos no encuentran al Señor Resucitado solo. El escenario es muy claro, es un escenario que celebramos cada semana cuando nos reunimos como una comunidad de creyentes, poniendo de manisfiesto las debilidades y nuestras dudas y nuestras incertidumbres, junto con nuestras esperanzas y necesidades y el Día de Acción de Gracias, a la celebración de la Eucaristía.
Los dos discípulos en el camino viajan juntos y dan la bienvenida a otro, esa pequeña comunidad entonces de «dos ó tres» comparten la palabra de Dios en las escrituras, que anima su corazón como un fuego interior, y finalmente se mueve para entrar en communión unos con otros en la presentación, bendición, partiendo y compartir del pan. Aquí es donde los discípulos se dan cuenta de lo que todo esto significa. Incluso podría haber sido la única vez esa semana que ellos entiendieron.

Lo que sucede al final es revelador, y no me refiero solo a la hermosa línea sobre lo que se informa a los demás discípulos acerca del “reconociendo a Dios al partir el pan” . Me referiero al hecho de que corrieron a informar lo que habían experimentado. La celebración de la Eucaristía no es un evento aislado o una experiencia única. En cambio, es algo que nos convoca juntos en un momento dado y con un espíritu concreto de hospitalidad, y luego nos lleva al mundo por el espíritu para proclamar lo que hemos experimentado en la comunidad, en la palabra, y partiendo el pan: El Señor ha Resucitado.

La Eucaristía, esa liturgia de Acción de Gracias y dar gracia, es donde nos encontramos con el Señor Resucitado más completamente, como ha sido el caso desde la tarde de la Resurrección hasta hoy y hasta el fin de los tiempos. No se trata de “yo” ó “tú” o “dudando Tomás”. Pero se trata de la reunión o aquellos que han sido tocados por el encuentro con Cristo y buscan seguir haciendo sentido de lo que ha sucedido y lo que está sucediendo. LLegamos a dar sentido a todo esto en partiendo el pan, pero no en eso solo, en el rompimiento de la palabra, y en la hospitalidad de la comunidad reunida es este tiempo.